A lo largo de mi vida he tenido muchas parejas, algunas relaciones cortas, otras de años, otras que creí que eran y al parecer no. He tenido experiencias y momentos lindos, otros dolorosos, decepcionantes, felices, divertidos… a final de cuentas así es esto de vivir, las cosas no son eternas, los momentos buenos y malos son instantes, la vida te da de todo para que no te aburras o para que no te confíes.
El año pasado viví una relación hermosa, parecía de cuento de hadas, nos complementamos, terminábamos las frases del otro, reíamos, nuestros besos eran miel derramada, el efecto de la cercanía de nuestros cuerpos era de otro mundo, parecía muy cercano a lo que siempre había imaginado que sería el amor de mi vida y sí, otra vez fui yo idealizando este tema del amor para siempre.
Nunca lo había hecho, pero abrí las puertas de mi casa y de mi corazón así, de par en par, para que entrara y se instalara y juntos formáramos eso que llaman familia.
Y regresando al concepto de idealización, las personas no valoran lo mismo que tú, depende de sus conceptos de vida, de sus valores y de miles de cosas más que cada uno tenemos en nuestras mentes, siempre distintas unas de otras. Y así fue, yo pensé que había dado todo de mi, hasta mi casa y efectivamente no fue suficiente y se fue, sin decir adiós, sin cerrar la historia, sin avisar, sin esperarlo. Lo escribo y aún duele, duele de esos dolores que no dejan dormir, de esos que te llenan los ojos de lágrimas y resecan los labios, de esos que tienes que contar y contar para ver si eso ayuda en algo; de esos dolores que sientes en el primer segundo que abres los ojos por la mañana y sientes en los últimos segundos antes de dormir y que aún cuando lo recuerdas después de meses, no sabes ni qué pasó pero aún te siguen provocando un nudo en la garganta.
Le amé como nunca, me esforcé por ser mejor pareja, por mejorar mis habilidades de amar, por tratar de comprender por qué no podía tener un papel primordial en su vida… pero la historia terminó más rápido de lo que pensé, así sin posibilidades de luchar, ni de hablar, ni de digerirse.
Por lo pronto, sigo intentando sanar y me ha sido tan difícil y he pasado por muchas etapas en este proceso, que he pedido ayuda a Dios para que me de fortaleza para superarlo y como siempre he pensado que sí me tiene protegida de manera especial, creo que me ha echado una manita para seguir siendo funcional dentro de este caos interno y me ha ayudado a ir juntando las partes de mi corazón rotas y a formar de a poquito esas otras partes que él se llevó. Y sí, debes ser resilente y valiente a veces sólo por algunas horas y volver a decírtelo a lo largo del día.
Ahí vamos…
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